¿Alguna vez compartiste algo sin pensarlo y luego descubriste que era falso? No estás solo. La desinformación se propaga rápido y, si no la detectamos, terminamos alimentando la confusión. Aquí te explico de forma sencilla cómo identificarla y qué hacer para no ser víctima.
Primero, entiende que la desinformación no es solo una mentira directa. Puede ser un dato sacado de contexto, una foto manipulada o un titular exagerado que busca captar clics. Lo importante es reconocer los patrones que la delatan.
1. Fuentes desconocidas o sin respaldo: si el sitio web no tiene “Sobre nosotros”, contactos claros o una trayectoria periodística, desconfía.
2. Emociones a flor de piel: los textos que buscan asustar, enfadar o emocionar demasiado suelen ser manipuladores. Pregúntate si el contenido te hace reaccionar antes de pensar.
3. Errores de ortografía y estilo: un artículo profesional rara vez tiene faltas graves. Si ves varios errores, es una señal de alerta.
4. Datos sin citar fuentes: números, estadísticas o afirmaciones sin enlaces a estudios o instituciones son sospechosos.
5. Fecha desactualizada: a veces se reutilizan noticias viejas como si fueran actuales. Verifica la fecha de publicación.
Usa buscadores inversos de imágenes como Google Images o TinEye para saber si una foto ya apareció antes en otro contexto. Para datos, recurre a bases oficiales: el Instituto Nacional de Estadísticas, la AEMET o sitios gubernamentales.
Los verificadores de datos como FactCheck.org o Chequea son excelentes para confirmar o desmentir rumores virales. Si la noticia ya ha sido revisada, encontrarás un análisis completo.
Otro truco rápido: copia una frase única del artículo y pégala entre comillas en el buscador. Si aparecen fuentes contradictorias, es probable que la información esté sesgada.
Finalmente, crea el hábito de cruzar al menos dos fuentes distintas antes de compartir. No basta con que una página diga algo; busca corroboración en medios reconocidos y con línea editorial clara.
Recuerda que la desinformación también se alimenta de la velocidad. Tomarte unos segundos extra para chequear puede salvar a tus contactos de creer en algo falso.
En resumen, la clave está en observar la fuente, la calidad del texto y usar herramientas gratuitas para validar datos. Mantente crítico y comparte solo lo que hayas verificado. Así, contribuyes a una información más sana y reduces la propagación de noticias falsas.
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