Deportivo Riestra fue eficaz y venció a Lanús en su estreno del Clausura

Un golpe certero bajo nuevas luces
Una pelota parada, un rebote bien leído y la fiesta en el Bajo Flores. Así inauguró sus tres primeros puntos del Torneo Clausura 2025 Deportivo Riestra, que venció 1-0 a Lanús en el Estadio Guillermo Laza, en una noche también especial por el estreno del nuevo sistema de iluminación. El gol llegó a los 79 minutos, cuando Jonathan Herrera empujó con zurda, cerca del palo, una jugada nacida de un tiro libre de Rodrigo Gallo.
El trámite fue parejo en cuanto a intensidad, pero con una diferencia clara: Lanús manejó más la pelota y produjo más llegadas, aunque sin puntería. Riestra, paciente y concentrado, eligió el camino de la solidez atrás y las transiciones. Y cuando olió sangre, apretó. El premio le cayó en el tramo final, cuando la visita ya había quemado energías y acumulaba frustraciones.
La acción decisiva empezó con una falta al borde del área. Gallo ejecutó con precisión, la pelota quedó suelta tras el primer contacto y Herrera, siempre vivo en el área, definió rápido contra el poste. El festejo bajó desde las tribunas, con el Guillermo Laza iluminado como pocas veces y la sensación de haber ganado un partido que pedía nervios de acero.
Hasta ese momento, el guion favorecía a Lanús. El Granate había progresado por bandas, buscó con centros y paredes cortas y se plantó mucho tiempo en campo rival. Le faltó el último toque. Ignacio Arce, figura silenciosa de la noche, desactivó remates claros y sostuvo a Riestra en las fases más delicadas. En el cierre, Dylan Aquino y Walter Bou tuvieron sus oportunidades, pero el arco se les achicó: uno desviado, otro a las manos del arquero.
Con el reloj presionando, el partido se llenó de cambios y amarillas. Hubo fricciones, reclamos y cortes. Riestra eligió resguardarse en un bloque compacto, cerró pasillos internos y ensució cada pase entre líneas. Lanús, obligado, empujó con más gente arriba, a veces desordenado, y dejó espacios que el local administró sin apuro.
En noches así, los detalles mandan. El balón parado y la efectividad en una ocasión suelta inclinaron la balanza. Riestra no necesitó una catarata de situaciones para golpear; le alcanzó con una, bien ejecutada. Lanús no convirtió su dominio en peligro real sostenido y pagó caro esa falta de precisión.
El festejo también tiene un costado simbólico. Riestra, con Gustavo Benítez al mando, volvió a repetir un libreto que le dio resultados en otros contextos: orden, concentración y agresividad medida. El perfil del equipo no promete grandes fuegos artificiales, pero sí un plan reconocible que busca capitalizar errores del rival y optimizar cada pelota quieta.
Del otro lado, queda una señal de alerta. Lanús no lució mal en la construcción, pero se nubló en el último tercio. Le faltó más claridad para la última descarga, más coordinación entre los que reciben de espaldas y los que llegan por sorpresa, y algo más de peso en el área. Además, sufrió en su propio punto fuerte: una pelota parada mal defendida le quitó el resultado.
- Clave 1: Arce, seguro por arriba y por abajo, sostuvo el cero cuando Lanús más apretó.
- Clave 2: La pelota parada. Una ejecución limpia y una segunda jugada bien atacada decidieron la historia.
- Clave 3: Gestión de nervios. Riestra no se descompuso cuando el partido se ensució; Lanús sí perdió ritmo y paciencia.
El contexto del torneo lo hace más valioso. En un Clausura con margen de error reducido y fase de grupos, empezar sumando pesa doble: da aire, acomoda en la tabla y, sobre todo, construye confianza. En el Grupo B, estos tres puntos son una inversión a futuro para un equipo que sabe que sus metas pasan por hacerse fuerte en casa y robar puntos afuera.
El cuadro de Benítez mostró virtudes de equipo curtido: laterales que no se desprenden sin cobertura, mediocampo solidario para achicar espacios y delanteros atentos a la segunda pelota. Herrera, un delantero con oficio en el área chica, volvió a demostrar por qué su nombre aparece siempre donde la pelota queda suelta. Gallo, con su pegada, aportó la chispa técnica que todo plan defensivo necesita para transformarse en algo más que resistencia.
Lanús, por su parte, tendrá que ajustar piezas sin dramatizar. El andamiaje para progresar existe: circulación limpia en salida, laterales que ganan altura y volantes que se ofrecen entre líneas. Lo que falló fue la toma de decisiones en zona de definición: un pase más cuando pedía remate, o un tiro apresurado cuando había apoyo. Y, algo no menor, la concentración defensiva en cada balón parado.
El desarrollo también dejó una postal: a medida que Lanús escaló posiciones, Riestra encontró espacios para respirar a la contra. No necesitó correr demasiado, solo elegir bien cuándo hacerlo. Esa lectura del momento fue otro punto a favor del local, que no confundió intensidad con desorden y que supo cortar el ritmo con faltas tácticas y cambios oportunos.
El tramo final fue más emocional que táctico. El gol de Herrera desordenó a la visita, que buscó con envíos largos y acumulación de camisetas en el área. Hubo alguna pelota suelta que encendió alarmas, pero la última línea de Riestra se impuso casi siempre en el primer contacto, y cuando no, apareció Arce para cerrar la persiana.
Lo que deja el debut y lo que viene
Para Riestra, la noche deja varias certezas: orden, intensidad sin exceso y eficacia en los pies de sus referentes. Sumar en casa, y más ante un rival con aspiraciones superiores, es capital anímico y contable. También es un mensaje: si el plan se respeta, hay puntos al alcance incluso en partidos donde el balón no es propio.
Para Lanús, la derrota no cambia el mapa, pero sí enciende una luz amarilla. No alcanza con administrar la posesión si no se traduce en situaciones limpias. Habrá que ajustar ocupación de áreas, automatismos en los últimos metros y atención en las marcas a balón parado. El equipo mostró bases para jugar mejor; le falta transformar intención en gol.
El calendario no espera. En la próxima fecha, Lanús recibirá a Rosario Central en La Fortaleza, en un partido que exigirá eficacia y cabeza fría. Riestra, en tanto, viajará a San Juan para enfrentar a San Martín, una visita que pondrá a prueba su plan de supervivencia lejos del Bajo Flores. Dos exámenes bien distintos, pero igual de relevantes en un campeonato corto.
Lo inmediato, igual, ya es noticia: tres puntos, arco en cero, un estadio encendido y un grupo que encontró premio a su disciplina. El Clausura recién empieza, pero para Riestra arrancó con un guiño que no se compra: la sensación de que, si se sufre junto, se puede ganar.