Michelle Bachelet, candidata chilena a la Secretaría General de la ONU

En una visita a Nueva York, el presidente Gabriel Boric sorprendió al mundo al oficializar la candidatura de Michelle Bachelet para el puesto de Secretario General de la ONU. La decisión llega cuando el mandato de António Guterres termina el próximo año y la comunidad internacional ya debate la necesidad de romper el techo de cristal en la institución más influyente del planeta.
Una nominación que combina peso político y compromiso con los derechos humanos
Bachelet, de 73 años, no es una desconocida en la escena global. Tras dos mandatos como presidenta de Chile (2006‑2010 y 2014‑2018), se convirtió en la primera directora ejecutiva de UN Women, donde impulsó la agenda de igualdad de género a nivel mundial. Posteriormente, ocupó el cargo de Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos (2018‑2022), rol que le valió elogios de Guterres por su valentía y visión.
Su trayectoria nacional también muestra una ruptura de barreras: fue la primera mujer al frente del Ministerio de Salud en el 2000 y, dos años después, la primera ministra de Defensa del país. Estas cumbres ministeriales le dieron una perspectiva única sobre seguridad y salud pública, temas que siguen siendo cruciales para la agenda de la ONU.

Apoyo internacional y competencia femenina
La propuesta chilena cuenta con el respaldo de organizaciones como WomanSG y 1 for 8 billion, que llevan años pidiendo que la ONU elija a una mujer para liderarla. En la misma línea, una reciente resolución del organismo insta a los Estados miembros a “considerar seriamente” candidatas femeninas.
Sin embargo, Bachelet no está sola en la carrera. Otros nombres femeninos aparecen en la lista de posibles sucesoras: la primera ministra de Barbados, Mia Mottley; la ex primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern; y la propia Vicepresidenta de la ONU, Amina Mohammed. Cada una aporta una combinación distinta de experiencia y visión, lo que convierte la contienda en un auténtico pulso por el futuro de la diplomacia global.
El contexto político también influye. La guerra en Ucrania, la crisis climática y los movimientos sociales que piden mayor inclusión han puesto en primer plano la necesidad de liderazgos que comprendan tanto la seguridad como la justicia social. La experiencia de Bachelet frente a regímenes autoritarios, su paso por la academia militar y su trabajo en defensa de los derechos de las minorías la posicionan como una candidata que habla tanto de prevención de conflictos como de reparación.
Desde el punto de vista de Chile, la nominación es también una estrategia de diplomacia pública. Al presentar a una figura internacionalmente reconocida, el país busca reforzar su imagen como defensor de la democracia y los derechos humanos, mientras amplía su influencia en foros multilaterales.
El proceso de selección todavía está en marcha y los Estados miembros deberán presentar sus candidaturas formales antes de la Asamblea General del próximo año. Mientras tanto, la conversación se centra no solo en quién ocupará el cargo, sino en qué tipo de liderazgo necesita la ONU para enfrentar los retos emergentes del siglo XXI.